BIOTECNOLOGÍA HECHA EN COLOMBIA
BIOTECNOLOGÍA HECHA EN COLOMBIA
Las primeras papas criollas transgénicas cultivadas en el mundo, nacieron y crecieron en la intimidad de uno de los laboratorios del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional. El proyecto piloto, que se realizó hace algunos años, pretendía resolver muchos de los inconvenientes que se presentan en los cultivos de este tubérculo por culpa de las plagas y otras amenazas ambientales. Las "nuevas papas criollas" nunca escaparon de los tubos de ensayo y los cultivos de prueba, pero son un buen recuerdo del trabajo de este grupo de científicos.
El instituto, que cuenta con equipos y tecnología que suman más de 20 millones de dólares –logrados en su mayoría gracias a una intensa búsqueda de recursos internacionales– hace 24 años era apenas el sueño de una química farmaceuta que regresaba a Colombia después de realizar una maestría en la Universidad Autónoma de México.
Dolly Montoya, reconocida por Colciencias como una de las más destacadas investigadoras del país, comenzó a susurrar la idea de la biotecnología en Colombia cuando el tema era propiedad de unos cuantos especialistas y apenas una lejana curiosidad para el resto de la población.
Dolly Montoya, reconocida por Colciencias como una de las más destacadas investigadoras del país, comenzó a susurrar la idea de la biotecnología en Colombia cuando el tema era propiedad de unos cuantos especialistas y apenas una lejana curiosidad para el resto de la población.
Trabajar juntos
En compañía de otros profesores de la Universidad Nacional crearon un grupo de investigación y desarrollaron los primeros proyectos en biotecnología en Colombia. Pero quizás, el más celebrado logro de este grupo fue encontrar la forma de clonarse. Desde la creación del Instituto hasta hoy, han formado no menos de 600 estudiantes de pregrado, 200 de maestría y este año se abre el primer doctorado en biotecnología en el país.
En compañía de otros profesores de la Universidad Nacional crearon un grupo de investigación y desarrollaron los primeros proyectos en biotecnología en Colombia. Pero quizás, el más celebrado logro de este grupo fue encontrar la forma de clonarse. Desde la creación del Instituto hasta hoy, han formado no menos de 600 estudiantes de pregrado, 200 de maestría y este año se abre el primer doctorado en biotecnología en el país.
"Lo más importante ha sido generar este capital social y entender que es mejor trabajar juntos", dice Dolly Montoya, quien después de dirigir el Instituto por más de una década, este año fue candidata a la rectoría de la Universidad Nacional.
Problemas criollos
Los arroceros es uno de los sectores productivos más agradecidos con estos científicos. Gracias a cuatro biofertilizantes creados en estos laboratorios, y producidos hoy por una pequeña planta piloto, la productividad de los cultivos donde se han probado ha aumentado hasta un 25% según los propios arroceros. Los biofertilizantes criollos se convirtieron en una promesa económica y una solución ecológica.
Los arroceros es uno de los sectores productivos más agradecidos con estos científicos. Gracias a cuatro biofertilizantes creados en estos laboratorios, y producidos hoy por una pequeña planta piloto, la productividad de los cultivos donde se han probado ha aumentado hasta un 25% según los propios arroceros. Los biofertilizantes criollos se convirtieron en una promesa económica y una solución ecológica.
Otro de los productos de mostrar es un biopolímero obtenido a partir de un microorganismo exclusivo de la biodiversidad colombiana. El desarrollo de este biopolímero con decenas de aplicaciones en la industria química y farmacéutica está comenzando a ser producido en asocio con una empresa barranquillera, Procaps S.A. Una de sus aplicaciones más prometedoras y en la que se trabaja actualmente, es su utilización para fabricar las cápsulas de fármacos. En Ventures 2000, el concurso de planes de negocios más grande de Colombia, este desarrollo recibió el tercer puesto entre 1.750 proyectos, antes de conocer sus aplicaciones.
"La conformación del capital social, como la confluencia de redes de investigadores, empresas, sociedad civil y el Estado constituyen una tarea ineludible en el ascenso real a la sociedad del conocimiento", afirmó Dolly Montoya, quien además insiste en que los investigadores del instituto siempre han tenido como propósito plantear soluciones a los complejos problemas que afronta el país.
Con este propósito en mente se han abierto dos líneas de investigación prometedoras para la industria nacional del caucho y de los biocarburantes. En convenio con la empresa Mavalle S.A. y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, se pusieron en marcha una planta piloto y un laboratorio con el fin de garantizar la sanidad de las plantas que se siembren en el campo para extraer caucho.
Por el lado del biodiesel, los investigadores del Instituto trabajan con un microorganismo que permitirá aprovechar uno de los residuos de este combustible y convertirlo en un muy apreciado producto de la industria química y farmacéutica.
Los miembros del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional le han demostrado al país que la investigación y el desarrollo de nuevos conocimientos son primero una cuestión de buenas ideas, liderazgo y trabajo en equipo, y después un problema de recursos tecnológicos y de dinero.
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