¿A quién pertenece la “información genética”?
Margarita Camacho pregunta: ¿A quién pertenece la “información genética”?
Ilustro la respuesta con la historia relacionada con la Familia Real Británica y, específicamente, con la fallecida Diana de Gales. Primero debo decir que se trata de la supuesta hija secreta de la princesa, que actualmente residiría en Nueva York y se llamaría Sarah.
Los detalles de su llegada al mundo son sorprendentes: el 24 de febrero de 1981, cuando se anunciaba el compromiso entre Diana y el príncipe Carlos, la realeza recurrió a la medicina de última tecnología de la época para fertilizar espermatozoides de Carlos con óvulos de Diana y así asegurarse respecto a la fertilidad de la pareja.
Durante el proceso, uno de los médicos a cargo del tratamiento in vitro robó parte de los embriones congelados y se los implantó a su propia esposa. Producto del embarazo nació una niña, lo que ocurrió ocho meses antes que Diana diera a luz al príncipe William.
Así las cosas, estamos frente a un delito y un caso de ética médica.
Como dichos recursos se encuentran contenidos en los organismos biológicos, es necesario tener en cuenta que éstos pueden estar bajo diferentes regímenes de propiedad.
Si es privada, sus propietarios pueden usar, usufructuar y enajenarlos, aunque este derecho está limitado por la función social y ecológica.
En segundo lugar, los organismos biológicos también pueden ser propiedad colectiva como ocurre en los Pueblos Indígenas y comunidades negras. En tercer lugar, los recursos biológicos pueden ser propiedad estatal, como lo serían los organismos sobre los cuales una institución del Estado hace investigación.
Sin embargo, la propiedad sobre un organismo biológico no conlleva la titularidad sobre los recursos genéticos. Éstos son bienes públicos y, por tanto, su acceso legal para la investigación o utilización industrial requiere permiso.
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